Se ha identificado que las personas con diversidad funcional presentan un mayor riesgo de ser víctimas de violencia, abuso, negligencia y discriminación, lo que las hace especialmente vulnerables a sufrir trauma y trauma complejo.

En muchos casos, la  discapacidad  puede ser un factor que aumente  la vulnerabilidad emocional, dificultando la capacidad de la persona para identificar sus propios sentimientos o expresarlos de manera clara al entorno, lo que puede dar lugar a una manifestación de trauma invisible o no diagnosticado. En ocasiones,  el contexto social, a falta de herramientas para reconocer y detectar, acaba achacando los síntomas o cambios a características intrínsecas a la diversidad en sí. 

La  psicoterapia adaptada para personas con diversidad funcional es una intervención clave para la promoción del bienestar emocional de este colectivo, que enfrenta riesgos elevados de victimización, traumatización y dificultades para acceder a los servicios de salud mental.

Es fundamental que los profesionales de la salud estén capacitados para reconocer las señales de trauma en estas personas y ofrecer un tratamiento accesible, respetuoso y eficaz para ayudar a garantizar que  independientemente de la necesidad de apoyo las personas puedan tener las mismas oportunidades y derechos de acceso a la salud mental y emocional que necesitan para llevar una vida plena y digna.